Preparados, listos….¡CAMBIO!

Cambio, cambio y más cambio… te suena?

Efectivamente, estamos inmersos en un cambio constante en un entorno que se ha definido como VUCA: Volátil, Incierto, Cambiante y Ambiguo. Y la gran pregunta que nos ocupa es:

¿Estamos preparados para gestionarlo?

La realidad es que el ser humano está programado para evolucionar, y lo hemos demostrado a lo largo de la historia. Sin embargo, nuestra mente muestra una fuerte resistencia al cambio. Necesita motivos y tiempo para asimilar y aceptarlo.

En las organizaciones, podemos detectar en las personas tres tipos de resistencias al cambio:

  1. No lo acepto porqué no lo entiendo.
  2. No lo acepto porqué no confío en la persona que lo lidera.
  3. No lo acepto porque no comparto el cómo se está gestionando.

En el primer caso, el problema es la falta de información y/o formación. En el segundo caso, el problema es la falta de confianza. En el tercer caso, el problema es la metodología.

¿Cómo pueden responder las empresas ante estos problemas?

En primer lugar, informando bien de los motivos por los cuáles se va a producir y qué va a suponer el cambio siendo lo más honesto posible. Mencionando las ventajas sin olvidar los inconvenientes. Si es necesario, formar a los colaboradores en nuevas herramientas, metodologías o lo que se requiera para facilitar el proceso.

En segundo lugar, el líder es la primera persona que debe estar informada y formada para transmitir confianza y seguridad a aquellos que le seguirán. Debe ser capaz de gestionar las emociones y las resistencias mediante un liderazgo expansivo, que se contagie. Si el problema de la desconfianza es por un motivo personal y no profesional, será más complejo de gestionar pero no imposible. En ese caso, es recomendable que un experto intervenga. Puede ser un coach o gestor de cambio. Al ser una figura externa, parte de la neutralidad y puede ayudar tanto a líderes como colaboradores a cuestionar las resistencias y encontrar puntos en común en pro del cambio.

En tercer lugar, lo importante es estar unidos. Hay muchas maneras de hacer las cosas y ninguna es perfecta para todos. Pero si logramos obtener la confianza en los líderes de este cambio ya tenemos mucho de ganado. Pero no solo es un tema de confianza, sino también de estrategia y conocimientos. Ante eso, mucha flexibilidad. Estamos innovando, y por lo tanto, probando. Si no funciona A, tenemos B y C.

Las personas en las organizaciones formamos equipos, pero cada una tiene sus propias resistencias. Éstas pueden provocar que un equipo se enfrente, deje de funcionar y no avance.

Cuando aparecen estas resistencias, es muy importante no ignorarlas y darles el espacio que se merecen. Simplemente con escucharlas ya disminuye el grado. Si además, las aceptamos sin juzgarlas ni culpabilizando a la persona, partimos de una buena base para trabajarlas. De lo contrario, se genera tensión innecesaria que afecta a la cohesión del grupo y a su funcionamiento.

¿Cómo gestionan el cambio las organizaciones?

Estamos en la era de la digitalización, se habla de la 4rta revolución industrial. Las organizaciones se han visto obligadas a transformarse digitalmente y han apostado fuerte invirtiendo recursos en potentes y novedosas herramientas y en personas especializadas con perfiles técnicos que saben utilizarlas. La figura del PMO (Project Manager) se ha vuelto imprescindible ya que la aparición de nuevas tecnologías supone la gestión de nuevos proyectos. Pero…

¿Qué ocurre con las personas que se ven involucradas en un cambio inesperado al que no tienen más remedio que adaptarse si no quieren perder sus trabajos?

Partimos de la base de que el cambio genera incomodidad, dudas y miedos. Nos obliga a salir de nuestra zona de confort y no resulta fácil hacerlo sin un apoyo.

¿Qué les ofrece la empresa a esos empleados además de formación?

Afortunadamente algunas, las más conscientes del impacto, se dejan asesorar por «Change Managers». En ese caso, el foco no se pone en las herramientas sino en las personas que van a usarlas.

Otras empresas se saltan ese paso olvidando que es crucial y que debe hacerse previamente y en paralelo a la implementación del cambio para ahorrar problemas más adelante.

Las resistencias no siempre se manifiestan en un primer momento. Hay personas que reprimen y explotan más adelante cuando parecía que la tenias de tu lado y te descolocan, poniendo en riesgo el proceso. Y eso ocurre por no haberse preguntado en su debido momento:

¿Qué puedo hacer por ellos?

La labor del gestor del cambio es acompañar a estas personas a cuestionar sus resistencias y abrir la mente ante lo nuevo.

Existen algunas herramientas en el mercado con un formato de «juego» que pueden ayudar a que este cambio sea menos costoso. Te recomiendo especialmente WALLBREAKERS de workz.

Espero que este post te haya sido de utilidad y te anime a indagar más sobre cómo puedes facilitar el cambio en tu empresa y cuáles pueden ser tus aliados.

Si quieres más información, puedo asesorarte por privado sin más compromiso que el de ayudarte 🙂

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¿Qué haces con tu tiempo?

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Te identificas diciendo o pensando cosas como «no tengo tiempo» «es que no pude porque me faltó tiempo» » no voy a poder porque estoy demasiado ocupad@?

Si es afirmativo, ya has dado el primer paso, tomar consciencia. No te sientas mal, todos en mayor o menos medida lo hacemos. El próximo paso es ponerle nombre y entender porqué lo haces y cómo puedes cambiarlo.

Nos encontramos ante una práctica muy común en el ser humano, procastinar, o lo que es lo mismo, dejar para más adelante con la excusa de la falta de tiempo.

Es cierto que el entorno y la velocidad a la que se dan actualmente los cambios en la sociedad influye en esa sensación de carecer de tiempo. Nos hemos habituado al multitasking, empezando muchas cosas al mismo tiempo sin terminar ninguna. Esa sensación de tener varias cosas pendientes puede generar frustración y/o ansiedad.

Atención! No te confundas con el diagnóstico cómo me ocurrió a mi. No se trata de la cantidad de cosas que quieres o debes hacer, sino de la prioridad que les das.

Elegí escribir sobre este tema porque justo me di cuenta que me seguía ocurriendo lo mismo ahora que no tengo un horario fijo que antes cuando trabajaba en una oficina y lo tenia. Las excusas siguen siendo las mismas porque ocupo el tiempo con otras actividades y la sensación de tener la agenda llena persiste.

Mi propósito al iniciar el proyecto del blog fue generar contenido semanalmente, lo que supone escribir y publicar un post. La semana pasada fue la primera vez que no lo hice y llevo unos días cuestionándome el porqué hasta que he entendido que simplemente he priorizado otros asuntos como la formación, temas personales y reuniones estratégicas. No obstante, no me conformo con esa justificación. Podía haber elegido renunciar a ciertas reuniones o actividades de ocio, incluso aprovechar los interminables desplazamientos en autobús. Pero el vecino del ático y el pájaro carpintero no me lo habían puesto fácil. Me refiero al diálogo interno conmigo misma, a esas voces que resuenan y se repiten en mi cabeza desde una postura crítica. Lo bueno es que habitan en mi por lo que puedo decidir sentarles a dialogar en una esquina apartada o pactar unas vacaciones para así enfocarme en lo importante.

Ponerle un nombre a los pensamientos rumiantes te ayudará a tomar distancia. No se trata de pelear con ellos, porque son inquilinos y capaces de hacer mucho ruido, sino de tenerles a nuestro favor.

A mi me ayuda imaginarlos sentados, hablándome a mi, escuchándoles durante unos minutos y luego llegando a un acuerdo para que me den un descanso. Si le añades un toque de humor verás que hasta te divierte!

Existen otras técnicas simples de PNL (Programación Neurolingüística) potentes que te pueden útiles y que son fáciles de aplicar con la práctica. Cuando te venga un pensamiento del tipo «no puedo» o » no llego» prueba a crear una imagen que represente esa situación y hacerla pequeña, ponerle un sonido (como la típica melodía de circo). Puedes ir probando hasta encontrar la que te funcione. Un consejo: deja volar tu imaginación!

Una herramienta que estoy segura que te va a ayudar a clarificar y priorizar objetivos/tareas, es la matriz del tiempo de Steven Covey.

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El primer cuadrante tiene trampa, ya que parece ser el que requiere de más atención y solemos pensar que no quita poco tiempo pero luego nos damos cuenta que nos hemos pasado el día apagando fuegos y que estamos sin energía. Esta es la señal de que nos hemos movido en el cuadrante I.

Cuando estamos en el cuadrante III solemos resolver asuntos que  nos han impuesto, que no estaban en nuestra previsión de agenda pero de repente pasan a ocupar el primer lugar. En este caso, a demás de la sensación de falta de energía sentimos malestar por la incongruencia que nos supone hacer algo que no es importante para nosotros.

En el cuadrante IV acabamos a veces por despiste, inercia, o por necesidad de desconectar de los cuadrantes I y III. Estas actividades aportan muy poco, excepto las de ocio o aquellas que nos oxigenan.

El cuadrante ideal es el II, el de las cosas importantes y no urgentes. Las que no dan resultado inmediato pero en las que merece la pena invertir tiempo. Cuando estamos en este cuadrante, estamos priorizando según nuestros propósitos vinculados a la misión y la visión personales. Es el único que ofrece posibilidad de crecimiento y nos empodera.

Ahora, con esta consciencia, información y voluntad de mejora, puedes dejar las excusas de lado y organizarte en función de tus prioridades para ser dueñ@ de tu tiempo y dejar de sentir que te lo roban o lo desperdiciaste.

«Escoger el propio tiempo es ganar tiempo.»

¡Mucho ánimo, eres capaz!

 

 

 

 

 

Marca el rumbo de tu vida con la Misión y la Visión

¿Tienes un plan? Porqué para vivir hace falta uno.

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A través de este post te voy a contar que entiendo yo por misión y visión y cómo las puedes encontrar.

Los términos misión y visión los atribuía al entorno empresarial, corporativo. Lo que encuentras en la mayoría de las webs de muchas empresas. Y es que las empresas se mueven por objetivos, pero las personas también.

La misión y la visión son aquello que nos ayuda a mantener el foco, nos aporta claridad y nos acerca a nuestros objetivos. En el día a día hacemos muchas cosas y así año tras año…pero, nos preguntamos PARA QUÉ las hacemos?

Cuando te haces esa pregunta y las respuestas no te convencen, o tal vez si, porque te has acostumbrado a ese patrón y nunca lo has cuestionado, es hora de ir más allá y seguir explorando con otras preguntas que te llevarán a descubrir y definir tu misión y visión en la vida.

La misión, en mis palabras, viene a ser como una carretera bien definida y recta dónde no ves el final pero sabes que te va a llevar a dónde deseas. Es algo abstracto, intangible, por ello debemos trasladarla a hechos concretos. Es posible que nunca llegues a cumplir tu misión en la vida, pero eso no es lo importante si todo lo que haces va en esa dirección porqué así estarás en armonía con tu propósito.

Algunas preguntas que puedes hacerte para descubrir tu misión son:

  • ¿Para qué existo?
  • ¿Cuál es mi propósito en la vida?
  • ¿Que quiero aportar?
  • ¿Cómo quiero que me recuerden?

Si quieres una herramienta más completa puedes realizar el test (en inglés) provisto por la organización de Steve Covey.

La misión debe ir acompañada necesariamente de la visión, que está constituida por los valores, intereses y aspiraciones personales.

La visión no se encuentra, se crea y se ve.  Es la imagen específica de un futuro deseado. Es aquello que esperamos y queremos ver en un margen de tiempo específico y en la medida que la logramos cumplimos con nuestra misión.

Puedes realizar visualizaciones para acercarte a la visión. En este enlace (del minuto 16’10» al 18’51») puedes ver un ejemplo inspirador.

Una vez tengas ambos, te recomiendo definir tus roles, que son aquellos canales a través de los cuales se plasma nuestra misión y visión, y decidir cuanto tiempo y energía inviertes en cada uno de ellos. Lo veremos próximamente.

«Esforcémonos en vivir de tal manera que, cuando sea el momento de morir, hasta la propia muerte se sienta apenada» Mark Twain

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Que tus creencias no te limiten es posible

En el primer post «Yo no necesito un Coach» mencioné el tema de las creencias y los juicios del que hablaré ahora en más profundidad tal y como anuncié.

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¿Cuántas veces pensar de forma errónea nos ha llevado a situaciones indeseables?

Nuestra forma de pensar puede arruinarnos unos segundos, varios meses o toda la vida.

La creencias son conceptualizaciones, explicaciones que nos damos a nosotros mismos sobre como interpretamos las experiencias y el significado que les atribuimos. Estas las generamos y aprendemos desde pequeños, y las seguimos creando de mayores.  Así vamos configurando nuestro modo de pensar y por consiguiente de actuar, un propio sistema de creencias.

Existen dos tipos de creencias; las limitantes, generalmente irracionales que llevan a la falta de motivación, desánimo y pereza, y las potenciadoras, que empoderan ayudando a materializar la realidad que quieres.

Veámoslo con ejemplos;

Creencias limitantes:

  • Soy muy mayor para empezar
  • Se necesita suerte para encontrar trabajo
  • No tengo un título universitario

Creencias potenciadoras:

  • Merezco ganar más dinero por mi trabajo
  • Puedo conseguir lo que me proponga
  • Puedo ser yo mismo y caer bien a los demás

Hay que tener especial cuidado con las generalizaciones como: NUNCA, SIEMPRE, TODO, NADA ya que solo refuerzan esas creencias limitantes hasta convertirlas en verdades absolutas para un@ mism@ y distorsionan la realidad.

Probablemente la mayoría te parezcan racionales ya que tu cerebro así las ha procesado mediante experiencias, justificaciones y repeticiones. Pero con una buena herramienta o dinámica puedes darte cuenta de que habitualmente son totalmente irracionales. Este proceso puede trabajarse en sesiones de coaching. Si te sientes identificad@ y tienes la voluntad de cambiarlo, date una oportunidad con el acompañamiento de un profesional.

Si quieres explorar más sobre creencias irracionales y como erradicarlas puedes leer a Albert Ellis, el creador de la Terapia Racional Emotiva (TRE). Él elaboró una serie de creencias irracionales y las agrupó en 11 ideas irracionales básicas.

Puedes hacer el ejercicio de cambiar tus creencias de limitantes escogiendo una creencia potenciadora contraria a tu creencia limitante. Debe ser una afirmación clara y concisa.  Hagámoslo con el ejemplo anterior «Se necesita suerte para encontrar trabajo». Lo podemos cambiar por «Puedo conseguirlo con esfuerzo». Para que surja efecto debes encontrar situaciones en tu vida que demuestren que esta nueva creencia tiene sentido.

Albert Einstein dijo «Si tu juzgas a un elefante por la capacidad de subir a un árbol estará traumatizado toda su vida» 

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Yo no necesito un Coach

Querid@s lector@s,

Os doy la bienvenida a mi blog y os invito a una reflexión con este primer post.

Cuántas veces hemos empleado la frase «Yo no necesito…»? Yo misma la he usado en varias ocasiones por distintos motivos. Recuerdo cuando me gradué como psicóloga una charla con mis compañeros de clase dónde debatíamos sobre si un/a psicólog@ necesita de otro/a psicólog@. Algunos opinaban que no, que ellos ya conocían las técnicas y podían auto aplicárselas. Yo en cambio, entre otros, siempre creímos que para poder llegar a ser un/a buen psicólog@ debíamos ir a terapia y experimentarlo como pacientes. Pues con el Coaching sucede lo mismo.

Para ser un buen Coach y poder ayudar y motivar a otras personas a alcanzar sus objetivos, es muy recomendable vivir tu propio proceso de Coaching.

Y os preguntaréis tal vez, qué ocurre con aquellas personas que no ejercen como Coach, también lo necesitan? Bien, pues os comparto mi parecer. Partiendo de la base que todos somos humanos y tenemos emociones, pensamientos y realizamos acciones, habremos experimentado, estamos experimentando y/o experimentaremos, situaciones en las que sintamos frustración, falta de motivación, incertidumbre, miedos, o no sepamos dónde está nuestro norte o como llegar a él. Ahí es dónde el Coaching puede ser una opción muy útil para desbloquear, cuestionar, reflexionar, avanzar, y tomar las riendas de nuestras vidas.

A las personas a menudo nos cuesta pedir ayuda o admitir que tenemos algún problema y necesitamos un apoyo externo. Quisiera clarificar antes de seguir, que el Coaching trata con clientes que no padecen patologías, para esto ya está la psicología, que trata con pacientes. En el Coaching se confía en que el cliente tiene todas las herramientas y las respuestas. El Coach le ayuda a encontrarlas en él/ella a través de un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo.

Invito a probar un proceso de Coaching a todo aquél que se haya sentido identificad@ con las situaciones que se han mencionado en este post, también a aquellos que les haya despertado curiosidad, incluso a los que les haya generado «rechazo», para darse una oportunidad. Detrás de cada reacción hay unos juicios y creencias que pueden limitar o potenciar. Puedes descubrirlo a través de sesiones de Coaching. Escribiré más adelante sobre este tema en otro post.

Gracias,

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