Desde que me inicié en la formación y profesión como Coach, he observado y reafirmado que las personas por lo general tendemos a ser exigentes con la obtención de resultados y además, tenemos la necesidad de medirlos.
En parte no me sorprende porqué nos han educado así, en el colegio ya nos puntuaban con notas y nos exigían resultados, luego en edades más adultas la mayoría de trabajos funcionan con KPI’s, estadísticas e informes de resultados. Sin embargo, esta metodología no aplica para evaluar y medir los éxitos en todas las profesiones.
Voy a tratar de explicar de manera sencilla y breve, para que cualquiera pueda entenderlo, cómo medimos los resultados en un proceso de Coaching y por qué motivo lo hacemos de ese modo. Mi intención es aportar claridad para evitar juicios de valor sobre su utilidad y veracidad.
Cuando una persona se plantea y define un objetivo, el Coach se asegura mediante preguntas sobre éste, de que se cumple la regla «SMART» (inglés) o «MARTE» (español)
M edible
A lcanzable
R ealista
T emporalizado
E specífico
Este proceso es necesario para poder medir el objetivo con mayor precisión. Una vez el objetivo cumple con las características mencionadas, el coach invita al cliente a explorar las evidencias, que son la respuesta a «¿Qué debe ocurrir para que el objetivo se cumpla?» «Cómo sabrás que se ha cumplido y/o estás avanzando hacía él?»
Como ya he comentado al inicio de este post, en este caso no nos sirve pasar de un 5.3 a un 6.2, ya que no se trata de aspectos tangibles como la altura, el número de ventas o el grado de acidez de un producto.
En Coaching las evidencias son esencialmente VAC, es decir, son sensaciones que provienen de los 3 canales sensoriales: Visual, Auditivo, Cinestésico. Para llegar a ellos, lo hacemos mediante preguntas cómo: «¿Qué verás cuando hayas logrado el objetivo?» «Qué escucharás (a nivel externo y de diálogo interno), que te dirás?» y por supuesto «¿Qué sensaciones y emociones sentirás?».
Por medio de esta exploración vamos a aquello más subjetivo de la persona y le pedimos que lo exprese para luego poder comprobar si se han cumplido esos cambios. Es subjetivo porqué en definitiva va a ser él o ella quién va a valorar su grado de avance respecto a su objetivo.
Para aquellos más racionales, no os alarméis, trabajar con números en coaching también es posible. Ubicando en una escala del 1 al 10 el grado de consecución del objetivo y prenguntándole al cliente hasta dónde está dispuest@y cree que puede llegar con este proceso. De modo que si se siente en un 4 y quiere llegar al 8 hay que explorar de igual modo, qué hay en ese 4 (recursos), y que habrá en ese 8. Lo cuál no dejan de ser experiencias y sensaciones subjetivas.
Si nos fijamos, no solo el Coaching hace uso de esta métrica basada en lo sensorial, también aplica para encuestas de satisfacción del cliente ya sea para un producto o servicio. Habitualmente puntúas del 1 al 5, detrás de los cuales hay una experiencia de lo que hemos vivido basada en sensaciones y criterios personales.
Deseo con estas lineas haber logrado clarificar que todo objetivo se puede medir y que la manera en cómo se haga depende de lo que estamos midiendo.
Os animo a aqull@s que todavía no conocéis el coaching de primera mano, abráis vuestras mentes y mostréis flexibilidad ante su metodología. En definitiva, que confiéis en que vuestro esfuerzo es el que determinará el resultado.
No solo los grandes cambios nos permiten descubrir y avanzar, una toma de consciencia puede ser el impulso para un pequeño cambio. El coaching es una fuente de toma de consciencia muy potente.
Estaré encantada de resolver dudas y /o ampliar información a través de vuestros comentarios ya sea en público o privado coach.livebetter@gmail.com
¡Que tengáis una buena semana dónde sea que os encontréis!