Un cóctel de emociones

¿Te ha ocurrido alguna vez que te duela alguna parte del cuerpo sin motivo aparente? Tal vez molestias en el estómago, pinchazos en el pecho, hormigueo en las piernas, tensión en los brazos…Es evidente que son síntomas físicos, pero sabemos qué los origina?

Como ya habrás leído y oído muchas otras veces, los seres humanos somos racionales y emocionales.  En palabras de Daniel Goleman, todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental.

Como seres vivos emocionales somos capaces de experimentar emociones. Las básicas son cinco; la alegría, la tristeza, el miedo, la sorpresa y el asco. Por supuesto que existen multitud de sensaciones a las que hemos puesto nombre e incluso hemos definido con emojis. Está a la orden del día, de moda, publicar en las redes cómo un@ se siente cuando toma un café, cuándo sale del trabajo, un lunes por la mañana…sin embargo más allá de eso somos más bien emocionalmente incultos. Y es que nos han educado para ser racionales. Nos han enseñado que lo que importa es la inteligencia, el coeficiente intelectual y las competencias. Resulta que en pleno S.XXI se le empieza a dar importancia a las emociones, más bien a la gestión de estas como habilidad, por ejemplo, el auto control o la auto regulación, pero nadie nos ha enseñado como adquirirlas ni desarrollarlas. Por lo que nos encontramos con líderes al mando de un equipo a quienes les exigen ser empáticos y no saben ni qué significa.

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Parece algo reciente que no hemos tenido tiempo de asimilar e integrar, sin embargo, ya en 1920 Edward Thorndike habló de la inteligencia social, a la que más adelante otros autores como Howard Gardner y Daniel Goleman llamaron inteligencias múltiples e inteligencia emocional.

La IE consta de dos bases, la intrapersonal y la interpersonal.

La intrapersonal es la que utilizamos para comprendernos, motivarnos y conocernos. La constituyen las habilidades de auto consciencia, auto regulación y auto motivación.

La interpersonal es la utilizamos para sentir, comprender y gestionar las relaciones con los demás. Se trata de la empatía y de las habilidades sociales como la comunicación, la influencia, la colaboración y el liderazgo.

Siempre hay que empezar por uno mismo, por lo tanto, es imprescindible para dominar la interpersonal, antes trabajar la intrapersonal. Antes de liderar, auto liderarse, antes de motivar, auto motivarse…

Para tener una mayor consciencia y manejo de las emociones es fundamental entender cuál es el proceso que las genera: Existe un estímulo que produce una sensación, que dispara un pensamiento y da lugar a la emoción (hasta ahí ocurre de manera automática, es un proceso prácticamente inconsciente), después de la emoción viene la acción y finalmente el resultado.

Voy a ejemplificar el proceso con un suceso cotidiano. Vas en el autobús por la mañana de camino al trabajo y la persona que está a tu lado mantiene una conversación en un tono alto y agresivo, te sientes irritado e incomodo, piensas “porque no deja de chillar, no se da cuenta que molesta?” Probablemente la emoción que se dispare sea el enfado y la acción ya depende de si decides ponerte los auriculares, bajar del autobús, ignorarle o decirle a esa persona lo que piensas. El resultado dependerá lógicamente de la acción que tomes.

Así que solo podemos decidir sobre la acción que queremos tomar pero no sobre lo que queremos sentir. No obstante, aunque no tengamos el control sobre ello, resulta útil tomar consciencia de cada una de las fases, descubrir que emociones experimentamos más a menudo, si las sensaciones y los pensamientos son similares o no y que acciones solemos tomar. Te sorprenderá darte cuenta de que la mayoría de veces los procesos son casi idénticos, solo cambia el estímulo. Y es que al no prestarle atención, se automatiza y generamos un habito.

Para tener un registro de lo que vivimos día a día y de como nos afecta e influye, te puede resultar de ayuda elaborar un diario emocional, cuanto más detallado mejor, dónde anotes la fecha, hora y todas las fases que hemos mencionado antes. Al final de día cuando lo revises serás más consciente y tendrás el poder de cambiar aquello que no te gusta.

Otra herramienta para aquellas persones más que somatizan es el somatograma. Se trata de dibujar tu silueta y ubicar en tu cuerpo aquellas sensaciones que te provoca cada emoción. Por ejemplo, señalar el ombligo porque cuando tengo miedo siento presión, o la garganta porque siento un nudo. De este modo te será más sencillo asociar un síntoma con una emoción y disminuirá el nivel de alerta.

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Recuerda que no se trata de impedirlo o minimizarlo, sino de tomar consciencia y usar ese auto conocimento a tu favor, para facilitar en lugar de bloquear y para relajarte en lugar de sufrir.

Espero que las herramientas os sean útiles. Si necesitáis ejemplos podéis solicitarlos por correo sin compromiso.

 

 

 

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